- Compañero inseparable de un conquense de 16 años, detecta cambios de la glucosa en sangre con 20 minutos de antelación. Una nueva ley castellanomanchega lo reconoce como animal de asistencia, permitido en todos los recintos
- Aprobada la nueva ley castellano-manchega que regula la “plena autonomía” de personas con perros de asistencia
Fuente: eldiario.es
Buscan vida entre los escombros tras un terremoto, son los ojos de millones de personas ciegas en todo el mundo, ayudan a calmar el dolor, la soledad, la ansiedad, la depresión, el luto. Son el asidero fundamental de la gente que sufre epilepsia, autismo o afecciones similares, así como todo tipo de enfermedades neurológicas. Y también son capaces de detectar una hipoglucemia o una hiperglucemia, es decir, la bajada o subida de azúcar en sangre que puede provocar el colapso orgánico e incluso la muerte de las personas diabéticas.
Son los llamados perros de asistencia o perros de alerta médica. Su olfato salva vidas, mejora el bienestar de las personas enfermas y Castilla-La Mancha es una de las pocas comunidades autónomas que ha regulado por ley su reconocimiento oficial para que puedan entrar a todos los espacios públicos y privados.
Oddie es uno de estos perros. Lleva el nombre, modificado en una letra, del famoso compañero displicente de las viñetas del gato Garfield, y es la alerta médica más fiable de Pablo, un joven de 16 años vecino de Cuenca, al que se le detectó diabetes con 12 años. Es decir, convive con la enfermedad prácticamente desde que recuerda. Su caso es peculiar porque es el único de sus hermanos (son trillizos) que tiene esta afección. Su pérdida de peso y notable cansancio encendieron las alarmas de sus padres, Ana y Julián, y su diagnóstico fue rápido tras la prueba de glucemia.
Ahora es portador de una bomba de insulina. Se la pusieron al año del diagnóstico, en 2019, para que tuviera tiempo de conocer su manejo, ya que va a asociada a un sensor que hace que esté continuamente monitorizado. “La tecnología ha avanzado muchísimo desde los pinchazos de insulina, pero fue Oddie quien le dio su actual calidad de vida”, celebra su madre. En este hogar conquense ya tenían a Noa, Lucas y Titán, otra perra, otro perro y un gato. Son amantes de los animales y una pasión llevó a una necesidad que no ha podido salir mejor.
El inicio de la búsqueda
La hermana de Ana es veterinaria y le comentó la existencia de perros de asistencia para personas con epilepsia o diabetes. Rastreó por Internet buscando lugares de adiestramiento de estos animales y así encontró a la Fundación Canem, con sede en Zaragoza. Envió los informes médicos de su hijo para asesorarse, pero al final la decisión de su familia fue desplazarse hasta la sede de esta asociación en la capital aragonesa.
Al contrario que otros perros de asistencia, estos animales suelen pesar entre siete y nueve kilos y son adiestrados desde la edad de dos meses y medio. Durante ese periodo, están con sus familias de tutela, y acuden por las mañanas a la fundación para su educación. Así se logra que el perro esté socialmente habilitado para comportarse, para estar con otras familias y mascotas. Actualmente, la Fundación Canem tiene 250 perros de alerta médica.
Así lo vivió Pablo, con tan solo 13 años: “Al no saber cómo era ni conocerlo, al principio estaba súper nervioso, pero nada más verlo en la entrega, todo cambió. Me recibió súper contento, yo me puse muy feliz y fue muy emocionante. Ahora Oddie es uno más de la familia, me ha cambiado la vida y no falla ni un marcaje, es mi acompañante a todos lados”.
¿Qué significa que no falla ni un marcaje? El joven detalla que lo bueno de los perros de alerta médica para la diabetes es que no son como los medidores continuos de la glucemia en tiempo real. “Él se anticipa 20 minutos antes de un episodio de bajada o de subida de glucosa en mi sangre. Esto es así porque antes de producirse este episodio, los humanos desprendemos una sustancia que los perros están adiestrados para detectar. En ese momento, me mira fijamente, se sienta y empieza a ladrar”.
“Se pone serio, nervioso, me avisa”
Pablo precisa que es un ladrido diferente a cuando está jugando. “Se pone serio, me avisa. La primera vez me quedé muy impresionado porque se lo noté y al principio no me lo creía porque el marcador daba niveles normales, pero no paraba de hacerme llamadas de atención y efectivamente tuve una hipoglucemia. No ha fallado ni una desde entonces. Me ha cambiado la vida y veo mi futuro de otra forma”.
Pablo no se lleva a su perro al instituto porque no quiere que allí todos sus compañeros y compañeras estén pendientes, y que eso pueda afectar al bienestar del animal. Pero es el único sitio al que no le acompaña. A restaurantes, al centro comercial, al autobús, a viajes y a cualquier establecimiento: “Somos inseparables”. Con su reconocimiento oficial como perro salvador, Oddie ya forma parte de una especie que no deja de sorprendernos y enseñarnos a vivir.