El ser humano es, al parecer el único animal que sueña. O al menos el que tiene conciencia de ello. Los sueños a veces son tan extravagantes y raros que no parecen tener sentido. Pero hay otros sueños, esos que se realizan un poco despiertos, esos que siendo una quimera, quisiéramos hacerlos reales. Estos son los que, algún loco, en algún lugar, convierte en realidad. Y entonces toda la humanidad, unos pocos mucho más, se aprovecha de ello y deja de soñarlo, deja de ser imposible. El sonar es tan importante en la evolución humana, que de no existir, estaríamos aún en las cavernas.
Pero, por otra parte, la condición humana no sólo no propicia el que estos locos existan y proliferen, sino que cuando los descubren, los capturan, no les ayudan, les insultan y maltratan, eso si, se quedan con su quimérico tesoro, quitándolos del pedestal donde deberían estar y se aprovechan de su mente. Al cabo de los años, cuando ya no están, a algunos se lo reconocen Al burro muerto, la cebada al robo.
Y no es casualidad que siempre la historia se repite todo o parte de este ciclo: Soñador, loco investigador, descubre imposible, demoníaco, se comercializa, los críticos se forran y aprovechan, y tras su muerte, excelente persona, milagro de Dios, Santo.
Este proceso deberíamos invertirlo. Es muy difícil, porque todo está muy organizado y estructurado y alrededor de todo bien, siempre están los intereses y las personas ¿personas?, que harán imposible su distribución equitativa. Pero tenemos que intentarlo.
Volvamos a los sueños. Los necesitamos ese 35% de la humanidad con algún problema físico, ese 60% con carencias alimentarías, ese , en fin todo aquel que no puede desarrollar su YO, ese que por la evolución para unos y por Dios para otros, ha recibido. Todos los que estamos en esos porcentajes, nuestro sueño, nuestra ilusión quimérica es abandonar el estatus. Y es un deseo de los creyentes, para hacer más felices las lagrimas del Valle y de los evolucionistas y ateos para tener aquí y disfrutar la Gloria.
Como decía, debemos cambiar o al menos intentar que estos convertidores de sueños no sean una isla dentro de un océano. Que la investigación Medica, Medioambiental, Desarrollo sostenible, Técnica, etc. sea algo habitual y con el apoyo de todos. Si, de todos. Porque cuando un País decide apoyar y generar recursos para la investigación, para la educación, para la formación, etc. no lo hace el ejecutivo de turno, lo hace todo un pueblo es decir toda persona de esa comunidad. Y si lo que sobra es el ejecutivo, ese que como en una comunidad de vecino, hemos puesto para que nos administre la finca, pues lo cambiamos. Lo que no podemos consentir es que por haberlos contratado (votado), se crean dueños de nuestra finca (País) y hagan y deshagan a su antojo.
A los ciudadanos nos importa un bledo las creencias de nuestros administradores y no consentimos que nos las impongan. De ellos lo único que pedimos es que administren bien y nos proporcionen el mayor bienestar común posible. Y como humanos, que la Solidaridad de especie, la Justicia, los Derechos humanos para las personas que lo sean, la Investigación para hacer lo mas reales posibles esos sueños, sea su código ético de actuación. Una utopía ¿verdad?, pues es todo lo que prometen cuando nos presenta su presupuesto (programa) y los contratamos (elegimos).
Y si me preguntan de que país hablo, les digo que de los que llamamos civilizados y democráticos. En los otros, los seres humanos no son, porque ni siquiera pueden soñar, está prohibido.
Los diabéticos estamos engrosando esos porcentajes y además soñamos. Sólo nos falta apoyar todos que la investigación genere locos convertidores de nuestros sueños en realidad.