La Diabetes, «esa» compañera inseparable

Las investigaciones tienen puestas sus esperanzas en las células madre para tratar de acabar con enfermedades que, como la diabetes, no tienen cura.

Hoy, se celebra en todo el mundo el Día de la Diabetes. Cristina Sevilla es granadina, tiene 24 años y convive con la enfermedad desde que tenía diez. Ella dice que con paciencia y control, la patología puede superarse. “Al principio es un palo muy grande el que te llevas, pero, con el paso del tiempo, la ayuda de tu familia y tus amigos, de asociaciones de personas en la misma situación y del médico, te acostumbras a vivir con ella. Te das cuenta que llevando las indicaciones del doctor a raja tabla, pinchándote la insulina cuando debes y no pasándote en comer alimentos prohibidos para el diabético, puedes hacer una vida totalmente normal. Además, el material que tienes que utilizar es cada vez más cómodo de utilizar y de transportar”. Con esta naturalidad y entereza Cristina afronta a diario los inconvenientes de su enfermedad. Desde que se la diagnosticaran hace ya 14 años ha aprendido a ir acompañada de su amiga inseparable: la insulina.

Por lo demás dice que todo es control y adaptarse a unos hábitos de vida especiales. “Cuando te dan la noticia y tu hijo es pequeño se pasa muy mal y hay que estar mucho más encima del niño o la niña para que aprenda, por ejemplo, a decir que no a las golosinas, que no es nada fácil, a que se acostumbre a pincharse a sus horas, a que lleve una alimentación equilibrada y en nuestro caso, al tratarse de un grado de diabetes un tanto acusado, teníamos que estar muy al cuidado de que Cristina no se asfixiara durante la noche. Hay casos en los que una subida repentina de azúcar puede llegar a límites insospechados que hay que evitar”, dice su madre, Carmen Sánchez.

La madre y la hermana mediana de Cristina son las únicas no diabéticas de la familia. La mayor y su padre sí. Por eso, Carmen se ha encargado durante años de conocer a fondo los peligros y cuidados que requiere esta patología que, según su experiencia le ha ido dictando, es más llevadera por un niño.

Ahora, para Cristina, lo más engorroso es estar pendiente del reloj. “Al hecho de no poder comer esto o lo otro se acostumbra uno rápido, entre otras cosas porque, yo no sé a qué saben muchas cosas porque no llegué a probarlas. Para mí, por ejemplo, el dulce está de más. El problema lo tengo más con el reloj, mi eterno enemigo. Hay muchas veces que estás de “marcha” y tienes que pincharte o te vas fuera de casa y te tienes que llevar todo el botiquín que un diabético requiere, en fin……..”, dice Cristina.

Ahora, tanto Cristina como su madre dedican su tiempo libre a ayudar a otras personas en la misma situación. Y mientras regalan a otros su aliento, confían en que algún día la ciencia les prometa a muchos una vida un poco más dulce. “Desde la asociación a la que pertenecemos contribuimos al bienestar de muchas familias que no terminan de afrontar bien la situación. En la mayor parte de las ocasiones los padres, aunque no sean diabéticos, necesitan más atención que sus hijos que sí lo son”, concluye Cristina con una sonrisa en los labios.

[n>Fuente:Pura Raya – http://www.granadadigital.com/<&] Sólo añadir a esta redacción, que es uno de los miles de ejemplos que nos dan ese empuje necesario para vivir con la diabetes. Juan Antonio Illescas Tamaral presidente de A.D.G.